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Cartel en villa maría del triunfo. foto: raúl riebenbauer

¿El fin de la hipocresía?

Sobre el derecho a abortar en caso de violación

Publicado: 2015-04-30


La fotografía la tomé ayer en Villa María del Triunfo. Podría haber sido en Pueblo Libre, Jesús María, el Cercado, o cualquier otro de los distritos de esta Lima enorme. O en cualquier otra ciudad de este país enorme. Eso, lo que muestra, es lo que quieren quienes, desde una moral intransigente, y también desde las posiciones más hipócritas, se oponen a la despenalización del aborto en caso de violación. Eso. Quieren que las mujeres respondan a esos anuncios, aborten en condiciones sanitarias infames, y sufran daños irreparables, o peor aún, mueran. Eso quieren, no nos engañemos. Porque estos anuncios de "atraso menstrual" seguirán estando pegados aquí y allá, en miles de postes de la luz, trayendo oscuridad.

Lo que se busca cuando se propone esta despenalización es que las mujeres que han sido violadas —recordemos, muchas de las que sufren violencia sexual, el 76%, son niñas y adolescentes menores de 18 años— no padezcan una doble victimización con consecuencias irreparables y a veces terribles para su salud y su vida. Abogar por esa despenalización no implica obligar, obviamente, a ninguna mujer a que aborte, sino que todas tengan el derecho de hacerlo, más aún en esas terribles circunstancias. Forzar a que continúen con un embarazo resultado de una violación, si es que no lo desean, es inhumano. Porque se pongan como se pongan Juan Carlos Eguren, presidente de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso que debate este asunto, la siempre destructiva Martha Chávez, o los portavoces de la iglesia católica, no, las mujeres no son simples contenedores ni su sentido de vida es la reproductividad. 

Las mujeres tienen todo el derecho a decidir. Ellas y no otros.


Escrito por

Raúl M. Riebenbauer

Soy periodista. Desde hace años, dedico una parte de mi trabajo a la recuperación de identidades perdidas y a luchar contra el olvido.


Publicado en

Mi pie izquierdo

Con el permiso de Jim Sheridan —a quien pido prestado el título—, aquí van historias de compromiso, superación, memoria y cotidianidad.