Fue a medianoche. Eligieron pintura blanca. Quizá habían hecho demasiado ruido con la amarilla. Quizá era demasiado obvio, demasiado torpe. Nadie pudo hacer nada para evitar que los operarios contratados por la Municipalidad cubrieran el mural de un niño en posición fetal, ojos cerrados, pies descalzos y zapatos a un lado, sobre el que se leía: "Antes soñaba...". Aquí no valen los sueños, debió pensar el alcalde de la mediocridad, Luis Castañeda. Dicho y hecho. Los operarios cubrieron este mural creado por dos de los mejores artistas urbanos del país, Elliot Túpac y el Decertor, junto al francés Seth. Lo que olvidaron —o quizá no sabían— es que la cabeza, esa que antes soñaba, había sido pintada también en el interior de los portones de la playa de estacionamiento cuyas paredes eran la base del mural. Así que esta mañana, al abrir de nuevo la playa, ha aparecido ahí, sobre el fondo blanco, este fragmento de resistencia. Ni miles de toneladas de pintura, amarilla o blanca, podrían sepultar la memoria donde aún sobreviven este y otros murales destruidos en las últimas horas.